27 jun 2010

El Sacrificio De La Victoria

... y entonces estaba alli, el caballero mas hermoso de su epoca. Su mirada que no tenia rival mostraba la fuerza de su alma, una mirada que no se inclinaria ante nadie pero su rostro era tan bello que enamoraba mujeres y despertaba la admiracion en los varones. Su cabello, largo y fino que el viento se deleitaba al acariciarlo. Su fisico era la de un varon bellamente dotado con un porte firme. Su armadura creada para el, pesada y perfecta, pero para el es como si fuera de seda y brillante que en el amanecer el mismo sol se opacaba ante el porque era como si un segundo sol brotara de su dorada armadura cegaba a los ojos humanos y que espantaba a toda criatura infernal. Su capa de rojo nocturno que en el dia era como alas de arcangel que en ese momento estaba quieta. Su espada que solo un "Titan" podria portarlo, forjada para no quebrarse y ni que la sangre indigna se manche en el. La bendecion, la vitalidad, la fuerza y la fe se representaba en el... era un hijo de Dios.


... y estaba ahi en medio de su pueblo, de su reino, de pie, de pie frente a un mendigo que estaba casi desnudo y sucio con una manta que solamente eran vestigios de una vestimenta, maloliente y negra que cubria su cabeza y parte de su cuerpo pero dejaba su rostro expuesto, un rostro que parecia humano.Su sonrisa tan explicita de un putrido placer pero con sus ojos de una miurada fija y aniquilante como si se hubiera arrancado los parpados o hubiera nacidos sin ellos, descalzo con cicatrices poco visibles por la suciedad. Escualido y de tamaño humilde que parecia increible que estuviera de pie, pero lo estaba, y frente a el.


y estaban ahi, el hermoso Caballero y el mendigo, ambos de pie en medio del Reino, sus miradas duraron solamente segundos, segundos que se retuvieron en el silencio. El mendigo con su rostro amorfo y lleno de oscuro placer y el caballero con su rostro mudo... y estaba parado ahi debajo del sol, estaba firme pero la multitud lo miraba sorprendentemente como a un vencido... un derrotado, porque ambos llegan a su fin cuando el terror se apodera de la multitud al ver al Caballero arrodillarse lentamente con dolor y resignacion ante al mendigo... entregando su reinado a "el".